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martes, 25 de junio de 2013

Mi neta final

Hola!!!

No sé por dónde empezar -digo terminar- porque este curso me sorprendió, "me tomo en curva" como diríamos coloquialmente, como la mayoría veo este tipo de clases como "el relleno" del plan de estudios, por eso la tomé en verano por ser "irrelevante" a mi carrera, ahora se los digo, son afortunados de tener a Sergio todo un semestre, si tan en solo cuatro semanas aprendí más que durante todos mis cursos anteriores sobre redacción (y no sólo eso) y lo más importante, me contagio de motivos para seguir en el camino del conocimiento.

Realmente voy a ser sincera, no quisiera asustarlos, pero esta en una nueva versión de trabajo, yo que estudio arquitectura y que realmente estoy acostumbrada a una pesada carga de trabajo "la sufrí", porque aquí no hay de otra hay que trabajar muy duro para sacar las actividades adelantes, mi tip más importante para la redacción del artículo es que LEAN, inúndense de conocimiento y por cierto que no les pase lo que a mí SIEMPRE PONGAN SU REFERENCIAS DENTRO DE SU ARTÍCULO!!

Tip´s

En mi búsqueda me topé con información mega relevante, les paso algunos tips:

Revolución informacional, crisis ecológica y urbanismo.

Steps up the Ladder to a Sustainable Architecture.

jueves, 20 de junio de 2013

El "Articulito" :D


La perspectiva antiurbana

Por otra parte, este texto es también sumamente revelador porque contribuye a poner de manifiesto uno de los rasgos más característicos de la formulación inicial del paradigma ecológico: su carácter fundamentalmente antiurbano. En efecto, aunque la voluntad de síntesis de Brenda y Robert Vale les ha llevado a incluir en su catálogo propuestas de intervención en el casco urbano ligadas directamente a los planteamientos de rehabilitación ecológica, a la hora de exponer los planteamientos “verdes” con respecto a la ciudad, la propuesta más claramente favorecida es la de los denominados pedestrian pockets (bolsas peatonales), desarrollada por los arquitectos norteamericanos Peter Calthorpe, Sim van den Ryn y Doug Kelbaugh. Consistentes en pequeñas unidades autosuficientes edificadas ex nihilo, unidas por ferrocarril y basadas en la accesibilidad peatonal y la autonomía energética, pertenecen, junto con otras propuestas similares, como los ecorillages o ecoaldeas de Richard Register, a la corriente histórica donde confluyen desde las comunidades utópicas del siglo XVIII en el Nuevo Mundo y las ciudades jardín del XIX hasta los kibbutz y las comunas hippies del XX.

Sin duda, esta visión antiurbana era ineludible en los inicios de un movimiento
cuya principal razón de ser estuvo en la defensa de una naturaleza amenazada por
la extensión de un modelo hiperindustrializado, y más si se tienen en cuenta sus orígenes norteamericanos. En cualquier caso no cabe duda que las primeras propuestas urbanas, aunque decididamente mucho menos sofisticadas que los pedestrian pockets como alternativa real al urbanismo dominante, se situaban
claramente del lado de Lewis Mumford en el debate que había enfrentado a principios de los años sesenta a este pensador, partidario de una vuelta a la naturaleza desde cl paradigma de la modernidad al modo de la propuesta de Broadacre Cite de Frank Lloy Wright, con la postura de Jane Jacobs, defensora “a la europea” de la ciudad como espacio privilegiado de socialización, un debate que ha llegado a nuestros días casi en los mismos términos.

A modo de resumen, quizá sería útil acudir aquí a la ya clásica y por el momento insuperada taxonomía urbanística establecida por Françoise Choay para constatar que, en lo que respecta a la visión de la ciudad, el bioclimatismo de primera hornada y, por ende, sus corrientes directamente derivadas que hemos englobado bajo la etiqueta de arquitectura “verde”, pertenecen claramente al ámbito común donde se solapan el urbanismo naturalista y el culturalista, mientras que, en lo que respecta a su visión del objeto arquitectónico, están formadas por un núcleo organicista, vernáculo e historicista que se completa con un fuerte elemento "tecnológico".

En ese sentido, el desgajamiento desde este tronco inicial del primero de nuestros “extremos” de referencia, correspondiente a la eco-tech, habría sido el resultado de la exacerbación de este elemento tecnotópico y de su hibridación con el urbanismo “progresista”. Por el contrario, el otro extremo, correspondiente a la regeneración ecológica. provendría de la constatación de lo escuálido de la reflexión urbanística por parte del primer ecologismo y de la consiguiente incorporación al núcleo inicial tanto de todo el acerbo urbanístico europeo radical como de las grandes cuestiones ecológicas globales planteadas desde otras disciplinas.

El reto de la globalización

Aunque diste mucho de agotar su diversidad, tal vez baste por el momento esta representación esquemática del paisaje global con dos extremos y un núcleo central en proceso de fisión para recapitular los grandes temas que atraviesan del debate de la sostenibilidad en el ámbito de lo construido: la necesidad o no de actuar en función de modelos generales de distribución social de los recursos; las posturas divergentes frente al crecimiento urbano; la defensa de la ciudad como espacio de socialización frente a la reivindicación de la vuelta a la naturaleza como panacea frente a los males urbanos; el énfasis en los aspectos técnicos o, por el contrario, en los aspectos sociales; el papel preponderante concedido según unas u otras visiones al objeto arquitectónico o a los conceptos urbanísticos, respectivamente; la antigua oposición entre forma y función... 

Como vernos, muchos de estos temas pertenecen a ámbitos tan generales como el del modelo de sociedad o, en el caso de la arquitectura, tan ancestrales como el venustas, utilitas, firinitas vitruviano. 

Por otra parte, puede alegarse que muchas de   


miércoles, 19 de junio de 2013

Introducción


Si hubiera que resumir el intrincado panorama de todas las corrientes de pensamiento que han adoptado de una u otra forma el paradigma ecológico podría decirse que existe entre ellas una relativa coincidencia en el diagnóstico de los "síntomas", pero una palpable divergencia en el análisis de las causas y aún más en el terreno de las propuestas y soluciones (Figura 1). De hecho, no podía ser de otra forma: la evidencia de los signos de degradación de la biósfera como efecto de la acción humana introduce, por primera vez en la historia, una base aparentemente "objetiva" común a todos los sectores y agentes sociales, por contrapuestos que sean sus demás intereses, pero no anula en absoluto las contradicciones entre dichos intereses, sino que configura nuevos ámbitos de conflicto. 

Figura 1. Paradigmas ecológicos
En cualquier caso, la sintética formulación inicial se cumple casi literalmente en el caso de las diversas tendencias y familias de la arquitectura y el urbanismo "sostenibles". Basta hacer un repaso apresurado a los capítulos introductorios o a los párrafos iniciales de la cada vez más abundante bibliografía al respecto para tropezarse con similares declaraciones de alarma con respecto al crecimiento desmesurado y desordenado de las ciudades, los enormes gastos energéticos que acarrea el sector de la construcción y la degradación del entorno urbano. La necesidad urgente de cambiar el rumbo de la arquitectura y el urbanismo para conseguir "ciudades sostenibles"' que contribuyan a la restauración de la armonía entre hombre, naturaleza y cultura es el objetivo común, repetido como un mantra en todos los discursos, desde los más institucionales hasta los más radicales. Es al avanzar en estos discursos hacia los capítulos de propuestas y soluciones cuando esta aparente unanimidad se fragmenta para dar lugar a un paisaje complejo y lleno de contradicciones, haciendo palpables las divergencias en el análisis de las causas y en el abanico de instrumentos metodológicos utilizados para describir la realidad. 


En el caso de la arquitectura, este paisaje caótico, convertido en volúmenes realmente construidos, se vuelve más revelador que en ninguna otra disciplina: marcados todos con la etiqueta ecológica, desfilan por las páginas de los libros y revistas especializadas rascacielos de vidrio y chozas de caña, austeros volúmenes de piedra y sensuales propuestas biomórficas, complejos artefactos equipados con toda la parafernalia bioclimática y líricas evocaciones vernáculas en adobe o madera. Cubiertas vegetales, paneles fotovoltaicos, generadores eólicos, invernaderos, filtros y pantallas entran en el mismo cajón de sastre junto con las técnicas más ancestrales recuperadas o los más avanzados mecanismos domóticos de regulación climática; la madera, la piedra y el barro son presentados como los materiales ecológicos por excelencia, pero hasta el plástico y el aluminio tienen cabida en este vasto panorama. Aunque visualmente menos revelador, el ámbito del urbanismo "sostenible" ofrece una heterogeneidad similar: desde actuaciones mínimas en edificios construidos hasta proyectos de nuevas ciudades, desde extensiones dispersas de casas autosuficientes hasta intentos de recuperación de la ciudad mediterránea compacta, desde ecoaldeas hasta ecobarrios, desde la reconversión de carreteras en jardines urbanos hasta la introducción de las más complejas instalaciones infraestructurales, las propuestas que se ofrecen como remedio conjunto a los males urbanos y ecológicos forman una mezcla heterogénea plagada también de contradicciones.


La constatación de esta complejidad no hurta de la necesidad de trazar mapas orientativos, y más aún cuando el paradigma ecológico en el ámbito de lo urbano está aún lejos de ser asumido a nivel global más allá de las declaraciones de intenciones por parte de los gobiernos y unas pocas corporaciones. El fracaso con respecto a las expectativas de la cumbre Hábitat II celebrada en 1996 en Estambul no es sino un síntoma más de que, en la pugna entre intereses globales, las fuerzas dominantes siguen empeñadas en la huida hacia adelante. Parte de estas fuerzas, de hecho, siguen considerando la ecología como una invitada inoportuna al gran festín de la economía global.